Chefs de Argentina, Bolivia, y Perú buscan manjares en Amazonia

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Cada cierta tiempo, un grupo de cocineros y dueños de famosos restaurantes  de Argentina, Bolivia, y Perú, contratan embarcaciones para visitar lugares que definitivamente no están en la guía Michelin ni en la pluma de los críticos gastronómicos.

Nicholas Casey, periodista del New York Times, los acompañó hasta la Amazonia, donde los fogoneros buscan nuevas presas y otros comestibles para encantar a sus comensales.

Según el reportero, a medida que la gastronomía salta de una tendencia a otra, la búsqueda del próximo gran platillo se ha vuelto una cruzada constante para muchos restaurantes de moda.

Y es que hoy en día, los mejores cocineros no sólo son los que sirven la comida, sino que además son grandes narradores que cuentan quién, cómo y dónde encontraron sus ingredientes.

En el lago y a lo largo del río Beni en la Amazonía boliviana, los restauradores buscan algo nuevo que cocinar: caimanes, las tortugas, el tapir o el paiche, un pescado de agua dulce que parece algo prehistórico y es similar a la carpa, pero mucho más grande

Pero no sólo lo que se mueve figura entre los objetivos; los granos de cacao de árboles que crecen alrededor del pueblo de Carmen del Emero y que, al caer, se vuelven composta junto con higos y excremento de jaguar.

También figuran insectos como el «tuyo tuyo», una larva de escarabajo que vive en un árbol de palma amazónico y que por mucho tiempo se ha considerado una exquisitez en la zona. Ahora es parte del menú de Gustu, restaurante en la capital boliviana.

Mauricio Barbón, jefe principal de Amaz, un restaurante en Lima, especializado en ingredientes amazónicos se siente atraído por la “Callampa”, capas de hongos parecidos a una oreja humana que crecen en la corteza de los árboles.

Para beber figura una fruta rojiza que, ligeramente fermentada, pudiera ser elemento clave de un cóctel.

Gabriela Lafuente, dueña de El Baqueano, en Buenos Aires, forma parte de los expedicionarios gastronómicos. Por ahora sólo explora, pues compra su carne de una granja de caimanes en Argentina.

Por su parte, su colega Marcelo Sáenz, del Jardín de Asia, en La Paz no lo piensa dos veces y ha exclamado: “Sushi de caimán”.

Redacción/Edición:PabVen/Fuente:The New York Times

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