El venezolano que venció al Sida

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Adam Castillejo, un espigado vencedor venezolano de sonrisa espontánea que respira esperanza por los poros, se acaba de convertir en el segundo humano en el mundo en curarse del VIH.

En medio del enjambre de noticias sobre el coronavirus, Infobae revelo que,  luego de 10 años de secreto absoluto de laboratorio, , este jovial caraqueño y cuarentón, se adjudicó el cargo honorario de  “embajador de la esperanza”

Algunos expertos consideraron que se trataba solo de un golpe de suerte, pero la realidad fue que, tras haberse sometido a un trasplante de células madre, sus médicos no detectaron ningún rastro de la infección,  30 meses después de haber abandonado el tratamiento tradicional.

Castillejo, también conocido como el “paciente de Londres”, era un enfermo de cáncer originario de Venezuela que copó las portadas de los medios de comunicación el año pasado cuando investigadores de la Universidad de Cambridge anunciaron no haber detectado en su sangre ningún rastro del virus que causa el sida durante 18 meses.

Al igual que el “paciente de Berlín”, el estadounidense Timothy Ray Brown considerado curado en 2011, el de Londres se sometió a un trasplante de médula ósea para tratar un cáncer de sangre. Recibió así células madre de donantes portadores de una mutación genética rara que impide al VIH implantarse, el CCR5.

El profesor Ravindra Gupta, autor principal del estudio y seguimiento del Embajador de la Esperanza indicó que los nuevos resultados son “todavía más determinantes” y  resumió:

-Buscamos en un número considerable de lugares en donde el VIH le gusta esconderse y prácticamente todos eran negativos”, salvo algunos restos “fósiles” del virus no activo. Es difícil imaginar que se eliminen todos los restos de un virus que infecta a miles de millones de células. Sugerimos que nuestros resultados representan una curación del VIH.

}sido arduo y agonizante, involucrando casi una década de tratamientos agotadores y momentos de desesperación.

Adam Castillejo, de ascendencia española-holandesa,  trabajaba para una empresa de ecoturismo. Muy joven visualizó Copenhague como objetivo del futuro cercano  y siguió a Londres en 2002, donde descubrió un año despuésbque había sido infectado.

-Cuando la enfermera me lo dijo –recordó- La sensación de pánico fue inmediata. En ese momento, diagnóstico positivo de VIH era prácticamente como una sentencia de muerte, y yo tenía tenía solo 23 años. Fue una experiencia muy aterradora y traumática”.

Años después, con la realidad asimilada sintió el segundo golpe mientras compartía un brunch en el Upper East Side. Lo llamó una enfermera de la clínica donde se chequeaba.

-“¿Dónde estás?” –dijo-, y le explicó que tenían algunas preocupaciones sobre su salud.

-Debes regresar de inmediato a Londres –increpó.

Había estado experimentado fiebres, y las pruebas mostraron que eran el resultado de un linfoma en Etapa

-Nunca olvidaré mi reacción ya que una vez más mi mundo cambió para siempre – confesó- Una vez más, otra sentencia de muerte.

Siguieron años de quimioterapia severa, además del VIH. Cada vez que sus oncólogos ajustaban su tratamiento contra el cáncer, los médicos de enfermedades infecciosas tenían que recalibrar sus medicamentos para el VIH.

Por esa misma época, explicó que se sintió tan derrotado que también contempló ir a Dignitas, una compañía suiza que ayuda a las personas con enfermedades terminales a quitarse la vida:

-Me sentí impotente –admitió- Necesitaba control, para terminar mi vida en mis propios términos.

¨Pasó ese período oscuro y emergió con la determinación de gastar lo que quedara de su vida luchando. Aún así, en la primavera de 2015, sus médicos le dijeron que no viviría para ver la siguiente Navidad. A veces se ofrece un trasplante de médula ósea de un donante a personas con linfoma que han agotado sus otras opciones, pero los médicos de Castillejo no tenían la experiencia para intentarlo, especialmente para alguien con VIH¨.

¨Su amigo cercano, Peter, no estaba listo para rendirse, y juntos buscaron alternativas en línea. (Peter se negó a revelar su apellido por cuestiones de privacidad). Descubrieron que en un hospital de Londres estaba el Dr. Ian Gabriel, un experto en trasplantes de médula ósea para tratar el cáncer, incluso en personas con VIH¨.

En una semana, se reunió con el Dr. Gabriel, quien intentó una tercera y última vez aprovechar las propias células madre de Castillejo para un trasplante. Cuando eso falló, el Dr. Gabriel explicó que el origen latino de Castillejo podría complicar la búsqueda de un donante de médula ósea que coincidiera con el perfil genético de su sistema inmunológico. Sin embargo, para sorpresa de todos, el paciente rápidamente se relacionó con varios donantes, incluido uno alemán, quizás gracias al legado de su padre medio holandés, que portaba una mutación crucial llamada delta 32 que dificulta la infección de VIH. Un trasplante de este donante ofreció la tentadora posibilidad de curar tanto el cáncer de Castillejo como el VIH¨.

Adam no lo podía creer. Recientemente le habían dicho que iba a morir, y ahora le decían que muy probablemente iba curarse de ambas enfermedades. Diez años después era esta vez un joven positivo de esperanzas para miles deportadores de VIH.

PabVen/Franck Armas/Fuente Infobae/Foto: Red21

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