Guaidó tiene la razón pero no va preso.

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El emergente presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ha enviado a la papelear de la Historia la sentencia popular de que un país sujeto a una dictadura, más aún de inspiración comunista, se puede tener la razón, pero finalmente se termina en prisión.

Durante los tensos días que precedieron al arribo del carismático mandatario al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, las redes sociales fueron un campo de batalla de amenazas de parte y parte.

Por un lado, una inminente intervención, si tocaban al parlamentario presidencial y por el otro, hasta la designación de un “comité de bienvenida ”presidido por el gobernador Carneiro para arrestar al presidente, apenas tocara tierra de gracia.

El ejercicio resultó un tenso pulso entre el jaque a la usurpación y la movida del desgaste y la desmotivación de un sector opositor que, por tradición, cree que el mundo se acaba en diciembre, tal como alguna vez sentenciara Teodoro Petkoff.

Para este fabulador que jamás ha desestimado la sabiduría maquiavélica del chavismo, el gobierno se jugó a Rosalinda  e hizo lo que tenía que hacer: neutralizó la jugada y optaron por el bajo perfil. Como venezolanos al fin, jugaron por el enroque del “vamos a ve pa´ve”.

En el terreno mediático, el capítulo de esa Mañana de Carnaval lució épico para el designado, quien animó la participación y gracias al entusiasmo apuntó hacia los empleados públicos, un sector que siempre ha cedido al chantaje de la chamba segura.

Mientras se mueven las piezas del tablero internacional, un Guaidó crecido en poder de convocatoria tiene de su lado la razón y, de ñapa, como que no va preso.

PabVen/ Por Franck Armas/ Foto: Noticias Venezuela

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