Josué Fernández: Títeres WIFI

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Como nunca antes, el mundo entero opera con admirable precisión sobre cualquier demanda, ayudado por satélites que siguen toda pista terrestre a su alcance, segundo a segundo. El complemento se hallaría en mega almacenes de información que ofrecen respuestas a la velocidad de un pestañeo, desde distancias bastante remotas, y en sus distintas intermediaciones.

Ese descomunal circuito de conexiones se cierra con la integración de “humanos” -así entre comillas-, en las ventanillas de atención, en roles alternos de despachadores y de usuarios, para darle sentido a esa tremenda parafernalia. Unos y otros se mueven como títeres activados por cuerdas invisibles, mientras gozan del sustento de la potente atmosfera de un predominante wifi.

Son escasas las rutinas sin ceder aun al gran aparato omnipotente y omnipresente universal -aunque interrumpido por eventuales vaivenes de energía-, el cual absorbe, por simple mención de muestras variadas, las finanzas de ricos y pobres, reservaciones de lo que sea, desplazamientos territoriales, exigencias educativas, adquisiciones, entretenimientos; pero también lineamientos virtuales del gobierno colectivo, este ultimo aparte tendrá su debida ampliación en los «Saldos» de hoy, por su gravedad.

El hombre y la mujer desplazados del centro del universo, donde se creyeron reyes únicos, están sintiendo la burla de «fallaste corazón», del mexicano Cuco Sánchez, y tal cual la dejaba oír la excepcional española María Dolores Fernández Pradera.

Para la mayoría de asuntos importantes, en las cuales el humano dejó de ser el rey soberano, la pregunta de ahora no es quién si no qué hace posible la sucesión de acontecimientos. En ejemplo recientes equivaldría a qué derrotó a Hillary, qué encumbró a Trump, qué poder tiene Asange, qué controles acorazan a las dictaduras, qué blinda fortunas provenientes de robos y fraudes, qué enfoca los estallidos de bombas y misiles de largo alcance, ¿qué seguiría en la interminable lista?

Casi medio siglo atrás, el brasilero Roberto Carlos probablemente tampoco pudo imaginar que le sería posible sumar cientos de amigos, sin siquiera moverse del terminal de su portátil, usando una simple aplicación. Sin embargo, esa aparente ventaja no resultó graciosa para el Nobel de literatura, Günter Grass, quien se refirió a Facebook en 2013, y comentó que él advertía a sus nietos: «Alguien que tiene 500 amigos en realidad no tiene amigos».

Entonces, para 2019 continuaría vigente el canto de Roberto Carlos, nadie sobra para atender ese canto y «crear la paz del futuro, tener un lugar sin muro, queriendo a mi hijo pisando firme, cantando alto, sonriendo libre».

PabVen/Por Josué Fernández

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