La batuta que domó a la violencia

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En un peligroso barrio de Coro, en el estado Falcón, Isandra Campos, una mujer sin recursos, fundó una coral infantil que luego se convirtió en escuela de música. Los aspirantes se sentaban en potes de pintura y ensayaban en la calle. Hoy forma parte del Sistema Nacional de Orquestas y sirve para darle tregua a la violencia.

Isandra se inició en la música académica a través del programa radial Clásicos Dominicales, se habituó a Bethoveen, a Tchaikonvsky y aprendió a tocar la flauta dulce de los niños de la casa, hasta que un día se propuso hacer lo necesario  para que sus hijos tocaran esa música.

Vivió en caracas y a su regreso, los niños que un día despidió, encabezaban las páginas rojas de los diarios como protagonistas de asaltos y sicariatos, un ambiente nada grato para  ver crecer a sus hijos.

Para aislarlos los inscribió en el kinder de la escuela de música Elías David Curiel y luego, en el Sistema Nacional de Orquestas, la tabla de salvación de la música.

Isandra, que vivía de la peluquería, reclutó los 22 hijos de varias hermanas y con papel y  lápiz les enseño las primeras notas  musicales antes de que aprendieran a escribir. Así nació

el Coro Infantil del barrio Las Panelas, que años después llegaría a tener 45 niños.

El sueño escaló  y  creó el Proyecto Social para el Sistema de Coro y Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela, núcleo Las Panelas. El 5 de mayo regresó a Caracas para tocarle la puerta a José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas de Venezuela, quien leyó el proyecto y le ofreció apoyo.

Poco después llegaron los violines, cellos y violas, y aquel maestro que no había creído en su proyecto, le dijo en buen coriano: “Me caminaste por el lomo”. En 2011 le llegó su primer cheque como directora fundadora de la Fundación Coro y Orquesta Infantil y Juvenil Las Panelas que invirtió en dos baños y mejoras al salón de ensayos.

Isandra cree que la música le dio tregua a la violencia del barrio. De allí han salido grandes músicos, empezando por sus hijos: Ismel, primera viola de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en México y Ana Gabriela que acaba de ser admitida en el Conservatorio de Ginebra, donde estudiará viola. Juan José y Ana Patricia tocan violín en la Sinfónica de Falcón, mientras que Isander, violinista y contrabajista, cambió la música por la albañilería para apoyar a sus hijos Marcelo y Diego que ejecutan el violín y la percusión en la Sinfónica regional.

A Isandra le llegó el nombramiento como coordinadora regional del programa Simón Bolívar que lleva la música a las escuelas, pero dijo que no. Piensa quedarse con su batuta en Las Panelas hasta que Dios quiera y le dé la habilidad suficiente para seguir domando la violencia.

 REDACCION/EDICIÓN/PABVEN/ FUENTE: LA VIDA DE NOS

 

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One Reply to “La batuta que domó a la violencia”

  1. Francys dice:

    Gracias mujer!!