Los venezolanos hacen ruido en la cumbre vetada a Maduro

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«¡Malo es ser narcotraficante, asesino y dictador, no un trabajador!». La diputada Delsa Solórzano provocó el júbilo de los cientos de emigrantes venezolanos que se reunieron el jueves por la noche en la histórica Plaza San Martín, en el centro de Lima. Ninguno de ellos le perdona a Nicolás Maduro se mofara de los paisanos que se van a Miami, o a dónde sea, a lavar «pocetas» (inodoros), una postal esperpéntica usada por el ‘hijo de Chávez’ en la que todos se ven retratados.

«La Asamblea Nacional sí está invitada a la Cumbre, no como Maduro», insistió la aguerrida parlamentaria, que al frente de una delegación de diputados ha acudido a Lima dispuesta a presionar al máximo para que los países americanos adopten nuevas medidas contra el gobierno bolivariano.

La agenda opositora contiene tres puntos básicos, sabedora de que la mayoría de sus interlocutores interpreta la descomunal crisis venezolana como un conflicto regional que les afecta a todos. Perú es un buen ejemplo, una tierra prometida que abrió sus puertas de par en par a los venezolanos. En el país inca ya residen entre 190.000 (cifras oficiales) y 300.000 (estadísticas de ONG). Cada día entran por su frontera norte casi mil criollos llegados en su mayoría desde la colombiana Cúcuta.

El primer objetivo opositor se centra en que los países del continente mantengan, incluso endurezcan, su rechazo a las elecciones presidenciales del mes que viene, que son desconocidas por el Grupo de Lima casi desde que se convocaron. «El 20-M es un fraude que solo busca consolidar a un régimen totalitario«, concretó a EL MUNDO el ex alcalde David Smolanksy, hoy exiliado en Estados Unidos.

El dirigente de Voluntad Popular, partido del preso político Leopoldo López, resumió los factores que condicionan unos comicios en los que el ex jefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapaterose ha declarado «garante»: un Consejo Nacional Electoral chavista, los principales líderes presos o inhabilitados, con la mayoría de los partidos opositores ilegalizada, sin observación internacional, con la Asamblea Constituyente desconocida por medio mundo y con casi dos millones de venezolanos en el exterior a los que no se les permite votar.

«También queremos más sanciones con nombre y apellido porque esas sanciones no van contra el pueblo», añade el diputado Williams Dávila. Hasta ahora, al margen de EEUU, Canadá y la UE, Latinoamérica no ha estrenado la fórmula de las sanciones con la excepción de Panamá. El país centroamericano, miembro activo del Grupo de Lima, debutó en Semana Santa castigando a 55 dirigentes revolucionarios, incluidos Maduro y su número 2, Diosdado Cabello. La respuesta de Caracas, incluida la suspensión de los vuelos de la aerolínea Copa, ha aumentado el aislamiento de Venezuela, que solo cuenta con un puñado de compañías y unos pocos aviones para viajar fuera del país.

El tercer objetivo opositor es la «apertura de un canal humanitario», insistió el parlamentario Winston Flores, algo a lo que el chavismo se niega con la excusa de que se trataría de una invasión militar.

En la noche limeña, los dirigentes opositores jugaron en casa prestada, pese a los intentos de boicotear la concentración. Un extraño grupo de personas, con pancartas de «Perú primero» y «Venezolanos racistas», acompañó la protesta con gritos difícilmente traducibles. Uno de los jóvenes locales que asistía al contramitin intentó hasta tres veces acercarse con empujones e insultos hasta el escenario donde se encontraban los dirigentes opositores. Le llovieron golpes, pero su evidente borrachera actuaba como anestesia temporal.

Fuente: elmundo.es

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