Con la inspiración de Los líderes de Hungría, Polonia, Rusia y Turquía, que se aprovecharon de la crisis de salud para aumentar sus poderes, Nicolás Maduro Moros hace uso de la entropía sanitaria para potenciar el control social bajo el grito de guerra de la ¨Disciplina¨
La palabra mágica no es producto del azar, es un riguroso ideograma mediático que sale de la boca del ex dirigente sindical, con el respaldo explícito de militares con uniformes recién planchados cargados de abalorios.
La asociación con la muerte le ha dado resultados, como la neutralización oportuna de la ofensiva de Juan Guaidó, confinado en el círculo de las alianzas internacionales y las redes sociales, como plataforma para la réplica y no para el ataque.
El control de la palabra, al igual que en China, Corea o Cuba, es uno de los preferidos de un gobierno que en tan sólo 15 días lanzó 28 ataques certeros a la prensa que aún se atreve a cuestionarlo.
Además, Maduro cuenta con la neurolingüística de su psiquiatra de cabecera, Jorge Rodríguez, encargado de desviar el origen de los contagios: los de la frontera son culpa de Colombia, los del estado Miranda de las Empresas Polar y los de la isla de Margarita por culpa del béisbol.
Inspirado en China, cuya actuación ante el coronavirus elogia, Maduro se ampara en un estado de alarma que le otorga facultades especiales, en las que se apoya para declarar toques de queda nocturnos en poblaciones fronterizas con Colombia y ahora en el estado Nueva Esparta.
La realidad objetiva es que la emergencia redujo la presión y detuvo las movilizaciones, salvo pequeñas manifestaciones por servicios esenciales como agua, electricidad y alimentos, fuera de cualquier convicción política.
En contra de Maduro sólo juega la escasez de gasolina, combustible que desencadenó la caída de un gobierno en Venezuela, hoy aliada a la movilización por alimentos y por los precarios servicios sanitarios del sistema de salud del régimen socialista.
Aunque fuera de Venezuela la legitimidad de Maduro sigue en entredicho, aún Maduro luce con el control de un poder que se balancea entre países cuestionados como China y Rusia.
Y mientras no da a torcer su brazo izquierdo para una salida razonable; el derecho lo estira hacia una maleta de viajero con destino a Buenos Aires .
Versión: Frank Armas/Fuente: Agencias de Noticias/Foto: TSUR