Jhoanes Estupiñán, un venezolano de 30 años que nació y creció en medio de un negocio pastelero familiar en el estado Táchira, hace historia en Nueva York con el toque mágico y personal que le pone a la respostería.

Empezó a experimentar el oficio movido por la pasión de su precoz experiencia, con la expectativa de conquistar nuevos espacios, aprender nuevas técnicas y poder escalar más alto.

Viajó a Bogotá, trabajó con reconocidos pasteleros, mejoró técnicas, impartió talleres y continúo el camino hasta llegar a Nueva York, lugar donde con esfuerzo y dedicación construye su emporio pastelero.

Con más de 15 años de formación y empeño, Jhoanes Estupiñán, más conocido como el Chef Jhoanes, asegura que lo mejor de todos estos años ha sido servir de inspiración a otros.

“Puedo inspirar a otras personas, sabiendo que un venezolano se fue a otro país, comencé desde cero como otras personas: lavando platos, haciendo postres en un restaurante, viviendo arrimado en una casa, en un sótano, luego en un apartamentico con mi esposa y así uno fue subiendo poco a poco, hasta que un día dije: tengo que salir adelante, crecer”.

Magic Bakery se convirtió en Nueva York en la marca representativa de un sueño alcanzado, donde despacha alrededor de 30 a 40 órdenes pasteleras cada semana y sirve como centro de capacitación para decenas de latinos migrantes que buscan en otras latitudes, aprender o perfeccionar un oficio.

«Estamos dando trabajo a otras personas, no solo a venezolanos, también a mexicanos, dominicanos, colombianos, cubanos y americanos. Esto es chévere porque tenemos una mezcla de culturas que comparten”.

Llevar su arte a “la capital del mundo”, ha resultado todo un desafío teniendo en cuenta que existen muchas personas que trabajan en el mismo oficio. Jhoanes sabe que hay pastelerías que pueden ser mejores que la de él, pero su valor agregado lo centra en la gran dosis de amor, dedicación y compromiso con el trabajo que hace.

Edición:PabVen/Fuente:Rosalinda Hernández/Frontera Viva/Foto cortesía:Chef Johanes