Para el oficialismo, tragedias como el naufragio de Güiria, donde murieron ahogados más de 30 ciudadanos, pueden evitarse si la decisión de escapar del comunismo tropical tomara en cuenta la conveniencia de hacerlo uno a la vez.

Tan escueto y cínico como la muerte misma, un comunicado del ministerio de Relaciones Interiores libra de culpas al hambre y lo endosa al sobrepeso, el oleaje y a la falta de chalecos salvavidas.

A pesar de la economía literaria, el régimen sostiene en el texto que los pasajeros iban de parranda para celebrar el año nuevo con sus familiares y, de paso, matar algunos tigritos navideños en Trinidad.  Niega, o almenos no menciona, que se trate de migrantes tratando de escapar de la feroz crisis del país.

Una patética auto defensa conforma la médula del un texto oficial que recuerda la contagiosa guaracha que cuenta la historia de un salsero que se apareció vivo durante su velorio, luego de varios días de parranda.

El estribillo bien podría animar los momentos de afecto íntimos de cualquier pareja, como se recomienda en tiempos de pandemia.  

Relato de un no naufragado

Qué pena con la ministra Carmen Meléndez que, en atributo de sus funciones, tuvo que firmar el comunicado para justificar la tragedia con “investigaciones técnicas y forenses llevadas a cabo por órganos especializados”

“Los pasajeros no tenían chalecos salvavidas ni implementos de seguridad que son necesarios para la navegación”.

“El peñero “Mi refugio” zarpó con 41 personas a bordo el domingo 06 de diciembre y en ese momento había mal tiempo en la zona, con vientos alisios del noroeste que provocaban olas de dos y tres metros”

“Se hizo a la mar dese un lugar ilegal y de manera encubierta en horas de la noche, con la intención de evadir los controles marítimos establecidos por los organismos de seguridad de Venezuela”.

La radiografía del texto oficial no reveló trazas de crisis, hambre o falta de libertad.

Redacción/Edición: PabVen/ Con Información: Oficial/ Foto: El Estímulo