La orden del presidente argentino Alberto Fernández de votar a favor del informe condenatorio de la ONU sobre los crímenes de lesa humanidad por parte del gobierno socialista de Nicolás Maduro, fracturan la frágil convivencia con la facción de Cristina Kichner.
Fernández ordenó a la cancillería levantar la mano a favor del informe presentado por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela.
El mandatario peronista finalmente consideró que el gobierno de Nicolás Maduro debe atender el pedido de la alta comisionada que conduzca investigaciones prontas, exhaustivas, independientes, imparciales y transparentes sobre las alegaciones de violaciones a los derechos humanos.
Respaldó la exigencia de Bachelet de llevar a los perpetradores ante la justicia y garantizar una reparación adecuada a las víctimas.
Salvo algunas diferencias entre los sectores de la Casa Rosada, el Frente de Todos mantenía la posición del gobierno de Fernández de Kirchner, hasta que la embajadora en Rusia, Alicia Castro, dirigente afín a la expresidenta renunció a su cargo en desacuerdo con la política de Relaciones Exteriores, pautada por Fernández.
Castro, quien se desempeñó como embajadora en Venezuela, llegó incluso a igualar la diplomacia de Fernández con la del ex presidente Macri.
La decisión dio inicio al giro diplomático del gobierno de Fernández ante la dictadura de Maduro. Alcanzó el clímax con el voto condenatorio contra Venezuela y abre una grieta a la convivencia dentro del Frente Para Todos.
Voceros más radicales como Hebe de Bonafini, la líder de las Madres de Plaza de Mayo, pidieron perdón a Maduro, a Hugo Chávez y al pueblo venezolano por el voto argentino.
La agencia de noticias AP no obtuvo un pronunciamiento público del presidente Fernández ni la vicepresidenta sobre la votación contra el gobierno de Venezuela.
Redacción/Edición: PabVen/ Con información y Foto: AP
