El Lejano Oeste se muda a Venezuela

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El legendario Lejano Oeste norteamericano se muda a Venezuela.Benjamín Franklin está a la cabeza de una caravana que desplaza a Simón Bolívar en las interminables colas para rogar por gasolina, así se pague en efectivo.

Mientras tanto, los empolvados carteles con abultadas recompensas por la cacería de los malos del western tercermundista guindan en los vericuetos más frecuentados de las redes.

Sin nada bueno que comentar, lo malo y lo feo de la rutina venezolana aflora en cada estación de servicio: confusión, largas filas y quejas durante la premier de El día que Venezuela dolarizó la gasolina.

Como compensación, los conductores tienen tiempo suficiente para navegar y distraerse con los carteles de recompensa, una quimérica ilusión de 5 millones de dólares que Estados Unidos ofrece por la captura de uno de ¨los más buscados.

Joselit de la Trinidad Ramírez Camacho superintendente de criptografía de Venezuela, está acusado de narcoterrorista por la justicia estadounidense y, de paso, es alto pana de Tareck El Aissami, otro recompensado.

Disipado el sueño porque se acaban los datos o falla la internet, los protagonistas del Mad Max del comunismo tropicalizado continúan en las serpenteantes filas motorizadas, donde protagonizan el guión:

Un repartidor de sushi llega hasta el surtidor, no tiene efectivo y la estación no puede conectarse para tramitar las tarjetas de crédito. Se marcha con la esperanza de rodar a casa con lo poco que le queda en el tanque. Quizás empujará la moto.

La diferencia de clases se hace presente en el paraíso socialista. En una fila, los que aún pagan en bolívares. En la otra, mucho más rápida, los que pueden hacerlo en dólares, a pesar de sus ahorros en Petros.

El toque cibernético lo agrega un dispositivo que capta huellas digitales para confirmar el registro  en la plataforma digital del régimen y acceder a beneficios sociales. Representan la clase ¨privilegiada¨ de los subsidiados por el controlador  Carnet de la Patria.

Y como esa, otras escenas que alimenta el western venezolano:

  • Un paramédico toca la puerta de tres gasolineras para poner 150 litros a su ambulancia y consigue 30.
  • Un operador reactiva el dispensador, luego de 17 días sin trabajar, junta las manos, mira la cielo y  da «Gracias a Dios y a Irán», por la llegada a Venezuela de cinco buques iraníes con gasolina.
  • Colectivos armados protestan ante militares por el «trato preferencial» a quienes pagan en dólares.
  • Una dama madruga por 40 litros y estaciona detrás de 100 vehículos, con la incertidumbre de no contar con el fulano carnet.   

Mientras tanto, en las redes sociales cuelgan los carteles de recompensa por información y captura de funcionarios del régimen venezolano. Entre todos,  suman más dólares que lo pagado a Irán por la gasolina para pocos, porque no hay gasolina pá tanto carro.

Redacción: PabVen/ Fuente/ El Nacional/ Foto: Cortesía Institucional

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