El 31 de mayo de 2020, unos pocos venezolanos se bebieron las últimas gotas de la era de la gasolina más barata del mundo, luego del anuncio de Maduro de un nuevo precio, 50 centavos de dólar estadounidense por cada litro, cuando y donde se consiga.

La gasolina está tan ligada al ADN del venezolano que en la década de los sesenta, era casi condición indispensable tener carro para ligar una pareja. Las exigentes chicas fueron bautizadas como ¨gasolineras¨ una manera de calificar el desprecio hacia el amor verdadero.

El apego venezolano al combustible no era exclusivo del común, también contagió a sus gobernantes que se dedicaron desde la dictadura de Juan Vicente Gómez en el siglo XIX hasta nuestros días, a diseñar un país para conductores, con una de las más importantes redes de carreteras del mundo, pero sin ferrocarriles.  

Es tal el peso específico de la gasolina en el destino venezolano que un aumento microscópico del precio de la gasolina durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez sirvió de ensayo preliminar a la izquierda venezolana para activar la cuenta regresiva hacia el socialismo del siglo XXI

La gasolina dolarizada significa también, la lápida de una de las más florecientes industrias del tercer país petrolero del mundo, el mismo que no sabe que hacer con las mayores reservas del planeta, salvo cambiarlas por la soberanía.

El karma gasolinero de la arrasadora revolución socialista es que tampoco puede deslastrarse de la dependencia del carburante, ni de la ausencia de la prometida red ferroviaria que, pese a contar con recursos financieros de sobra, jamás arrancó.

 Además de cargar con las consecuencias, la dictadura le suma al aumento, el lastre del subsidio de 120 litros mensuales a 5.000 bolívares -2 centésimas de dólar- cada uno,  a través del exclusivo Carnet de la Patria

En la práctica y según los antecedentes con el cambio paralelo de divisas,  se materializa el floreciente emprendimiento del bachaqueo de gasolina, venta al detal ilegal pero consentida, supuestamente reservada a la Guardia Nacional Bolivariana.

También queda claro que el esquema de comercialización de la gasolina importada por la nación ex productora de petróleo depende del azar histórico venezolano, según el cual,  como se vayan dando las cosas en los próximos 90 días se irá pensando en otro plan piloto substituto, tan eficiente como el predecesor.

Redacción PabVen/ Fuentes: Agencias/ Foto: Cortesía Sumarium