El venezolano que nunca durmió

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(Por Franck Armas) Cierto día estaba de guardia en la sala de redacción de la revista Momento de la ciudad de Caracas, donde trabajaba como cronista, cuando se presentó un inesperado visitante de ojos extremadamente desorbitados que me sacó de la molicie de la tarde.

Era un caballero de unos 40 años con un ceño extremo que le ganaba a la edad y una gestos que evidenciaban una preocupación de siglos, como si estuviera ante el fin de todos los tiempos. Sin mediar un saludo me abordó con una contra picada que me convirtió en un blanco sin defensa:

-Amigo, vengo por una colaboración, porque sufro de un ataque crónico de insomnio que va para más de treinta años.

En un ambiente de trabajo, donde el humor, la ironía y el sarcasmo se convierten en la aspirina del dilema existencial de todo periodista, le respondí bajo el escudo de la duda:

-Amigo, con dinero no te puedo ayudar porque no me sobra, pero puedo usar mis influencias para recomendarte.

-¿Cómo así? –me enfrentó molesto, mientras un inesperado bostezo despertó el beneficio de mi duda.

-Bueno –le expliqué- lo que consideras una peste, lo veo como una ventaja en el campo laboral. Podrías convertirte en el mejor vigilante nocturno de Venezuela.

El diálogo se interrumpió con una trompada en mi nariz, tras la cual desapareció.

Muchos años después descubro que el insomne tenía razón, como lo acaba de comprobar Thai Ngoc, un hombre en Tailandia, que según la ciencia médica moderna debería haber muerto en 1976 cuando fue despojado de la capacidad de dormir.

El hombre, que nació en 1942 en un pequeño pueblo llamado Trung Ha en la provincia de Quang Nam, dijo que una de sus grandes aspiraciones en la vida era tener un día de sueño que hasta ahora no llega.

Lo cierto es que el hombre que  nuca duerme muestra un enorme potencial de productividad durante las 24 horas en el día, lo que algunos cronistas locales que coinciden conmigo, consideran una bendición inmensa, en oposición a otros que la califican como maldición.

El noctámbulo, quien por razones obvias no tiene cama en su casa, luce sin embargo, perfectamente razonable y lúcido, con capacidad para trabajar durante todo el día sin efectos nocivos,  a pesar de su antipatía con Morfeo.

Tal como recomendé alguna vez al insomne venezolano, Thai Ngoc convirtió su debilidad en fortaleza para ciertos trabajos nocturnos, entre ellos la ejecución de la batería  con el fin de recordarle a los  aldeanos que alguien permanece en vigilia  en medio de la noche.

REDACCION PABVEN/FUENTE:MOMENTO/BBC

 

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