Todo parece indicar que el régimen autoritario de Venezuela sólo finalizará con la amenaza creíble del uso de la fuerza multinacional, una decisión que está en las manos del Presidente Juan Guaidó, quien tiene el deber constitucional de pedirla, organizarla y liderarla.

La intervención se justifica en que Maduro y su cúpula son reos de la justicia internacional como mentores de un narcoestado central, con incremento de presos políticos, torturas y persecuciones, en medio de una crisis humanitaria al límite.

Guaidó, reconocido por casi 60 países, sufre las consecuencias de no haber establecido gobierno ni estrategias contra la dictadura, además de mostrarse preso de las posiciones encontradas de los grupos que conforman la mayoría en la Asamblea Nacional.

La operación Gedeón debilitó y desacreditó al presidente interino, mientras que la pandemia fortaleció el autoritarismo en Venezuela, factores que apuntan a la perpetuación del poder, mediante una agenda oficial de violencia.

El entorno geopolítico muestra que los gobiernos de Ecuador, Colombia, Brasil, Chile, Bolivia, y Paraguay, en otros, están bajo la conspiración confesa del “foro de Sao Paolo” y su versión actualizada del ¨Gurpo de Puebla¨, bajo la consigna de la brisa bolivariana.

Ante la cada vez más debilitada vía de la negociación y las elecciones y sin control de las fuerzas armadas, Guaidó tendría que demostrar el agotamiento de las vías, para asumir la potestad constitucional de pedir, organizar y liderar una fuerza multinacional en el marco de las Naciones Unidas, del TIAR o de acuerdos multilaterales.

Redacción PabVen/ Fuente: Infobae/ Carlos Sánchez Berzain/ Foto: El País