La bandera del Ejército de Liberación Nacional ondea majestuosa en el puerto venezolano de Puerto Páez, después que la Guardia Nacional Bolivariana le cediera el control absoluto que durante años disputó con sus colegas terroristas de las FARC.

Los llamados “elenos” recogieron el fruto que sembraron los “faracos” en los años 90, con la promesa de imponer el orden en un territorio que el régimen socialista dejó a la buena de Dios.

Puerto Páez, situado en el estado llanero de Apure, vivió de la agricultura, el cabotaje y en menor escala del contrabando de gasolina, hasta que llegaron los insurgentes y los hipnotizaron con la promesa de un orden que no cumplió el chavismo.

La actividad comercial de este fondeadero alimentado por las aguas de los ríos Cinaruco, Orinoco y Meta, devino en muy pocos años en contrabando de armas y tráfico de drogas, ante la mirada complaciente de las tres fuerzas gubernamentales que alguna vez controlaron la zona.

En pocos años, la Guardia Nacional Bolivariana y el Ejército se convirtieron en taquillas del ELN para recibir las denuncias de los ciudadanos y remitirlas a la guerrilla para que resuelvan.

Hoy, los insurgentes colombianos se mueven con libertad y autoridad por todo el territorio, luego de una exitosa invasión silenciosa, bajo el cobijo de la flamante tela estampada con las siglas del Ejercito de Liberación de Colombia.

Foto leyenda Infobae: Puerto Páez, una localidad dedicada a la agricultura pasó a vivir bajo el yugo de las guerrillas colombianas, que llevaron el contrabando de armas y el tráfico de drogas.

Redacción/Edición: PabVen/Con información: Infobae