Una rimada y graciosa muestra de la sabiduría popular en el refranero hispanoamericano dice: Abogado ladino, le gustan más las trochas que andarse por los caminos.

Y es que las trochas, esos caminos disimulados, angostos y desnudos de maleza, en tiempos atrás conocidos como los caminos verdes que transitaban los colombianos que huían de la violencia hacia la paz de Venezuela, han devenido en verdaderas autopistas humanas de una sola vía para los venezolanos: La de ida, porque la vuelta es tan solo un canal para la esperanza.

Un despacho de la agencia española EFE da cuenta de la detención de seis migrantes venezolanos en Honduras, luego de transitar una nueva trocha para trasladarse a la frontera con Guatemala, como paso previo al gran sueño americano.  

Y esos compatriotas no estaban solos. Le acompañaban, además de dos traficantes de personas o coyotes, un crisol de nacionalidades:  Nueve de Haití, uno de Cuba y, curiosamente, seis de Chile más otro de Panamá, que por lo menos en el planeta de las noticias, no suelen protagonizar los titulares.

La detención se produjo en La Villa de Cofradía Cortes, originalmente una hacienda que creció casualmente por la inmigración de cientos de salvadoreños, hasta transformarse en el polo de desarrollo de la futura ciudad industrial de la región, lo que indica por qué, al menos en teoría, se sea una convincente opción de tránsito, antes del sueño mayor.

Por ahora los migrantes, recluidos en un centro de atención, reducen las perspectivas del gran sueño y se conforman con la concesión de un permiso para cruzar el territorio nacional o que, en el peor de los casos, los regresen a sus países de origen, donde les sobre tiempo para borrar la quimera.

Edición/Redacción:PabVen/Con información:Efe/Foto:AP