Marta, la gata influencer de Buenos Aires

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Un cartel en el ascensor de un edificio del barrio porteño de Palermo, con las buenas intenciones de una vecina que preguntaba por el maullido de un gato ha generado una red social con la gata Marta como protagonista.

La dueña del animalito contestó con otro cartelito explicándole la situación y el asunto se convirtió en un improvisado chat analógico que devino en la creación de una red social de los mininos que viven en el lugar.

El joven Santiago Idelson contó que en su edificio apareció un cartel pegado en el ascensor. No tenía quejas. Estaba escrito sobre una hoja de cuaderno con una fibra roja y pedía cuidar a un gato aullador, pero con la aclaración de que el mensaje iba “con toda la buena onda”.

Un día más tarde, llegó la respuesta al mensaje. Y se abrió chat analógico entre los vecinos. El nuevo texto develó por primera vez el nombre de la gata en cuestión: Marta.

Los humanos a cargo del animal estimaron que habría sido ella quien lloraba por las tardes y noches mientras estuvieron ausentes por vacaciones. Y, atendiendo al “reclamo” del primer cartel, prometieron llenarla de mimos.

El propio Santiago “mandó” un mensajito también y pidió una foto de Marta. Dos días después, llegó la tan ansiada imagen. Pegada a una hoja blanca con cintas doradas, la foto capturó a gata Marta mientras estaba sentada en una silla de computadora.

La “conversación” continuó y un nuevo mensaje coloreó el gris despintado de la pared del ascensor. “Furor por Marta. Es preciosa, te quiero Marta!”, dejó asentado otro vecino anónimo del edificio y abrió el juego para que otras personas “suban” las fotos de sus mascotas.

Bloqueo analógico

Tras dos días de intensa actividad en el chat analógico, todos los mensajes fueron removidos del ascensor. “Había un antigato entre nosotros”, fue la conclusión de Santiago Idelson al comprobar que una persona del edificio se había deshecho de los carteles y las fotos.

Para Santiago, las sospechas recayeron sobre tres personas: la encargada del edificio que pudo haber considerado como vandalismo el intercambio de carteles, una vecina con pretensiones de clase respecto al aspecto de los espacios compartidos del edificio o “alguien random que simplemente quiere ver el mundo arder”.

A pesar de las malas noticias, la historia continuó. Para reactivar el chat, Santiago imprimió la foto que le había sacado al cartel de la gata Marta y lo volvió a pegar en el ascensor. Además, sumó un posteo de Ramona, su gata blanca de 11 años. “Toma agua del vaso, engancha la ropa y duerme al sol”, fueron las características elegidas por su dueño para describirla.

“A las pocas horas alguien sumó a dos nuevos gatos (Noir y Micho) al feed ascensorístico. Guardo backup digital de todos los carteles. Por ahora la red está a salvo”, posteó @santiidelson y adjuntó una foto que le sacó a las fotos de los gatos vecinos.

Edición:Franck Armas/Fuente y Fotos: La Voz

 

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