(Parte II) Relato de cinco náufragos

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Las nueve horas de canto y rezos de Alba Sánchez luego de tirarse al mar y sobrevivir en las agitadas aguas de Boca de Serpiente, posiblemente fraguaron el segundo milagro del naufragio del Delta.

Una pareja de indígenas de la etnia Warao rescató a cinco sobrevivientes de la tragedia que se inició el jueves 22 de abril en Barra de Cocuina, cuando un grupo de migrantes confió su suerte en dos botes rumbo a Trinidad y Tobago.

El embate de las olas hundía al pequeño barco donde viajaban los cinco sobrevivientes. Decidieron resistir durante horas sobre lo que aun flotaba, hasta que la fuerza de la corriente partió en pedazos al bote que dejó escapar algunos tobos para la venta de queso.

Con algo de suerte, Lenin Rodríguez, Vladimir Hernández, Evelio Cabrera, Marcos Tablante y Ronald Sánchez iniciaron una interminable cuenta que se detuvo 19 horas después, cuando los waraos los avistaron aguas afuera de la costa de Barra de Cocuima, en el Delta del Orinoco.

Desconocían que había pasado con sus compañeros de viaje, hasta que por un afortunado giro de la historia, la marea los lanzó hasta la orilla de la playa Los Cocos,

Una pareja de Waraos que navegban por el lugar los avistó el 27 de abril, los montaron en su curiara y los llevaron hasta tierra firme.

Mientras navegaron, comprendieron la dimensión de su tragedia particular, sin saber del destino de sus compañeros. Se recordaban en las aguas, abrazados a una «lata» de queso que armonizóaba a Dios con la fortuna.

En el viaje de vuelta pudieron intercambiar un par de relatos con protagonistas y giros narrativos con un común denominador, el paso lento del tiempo ante la inminencia de la muerte: las nueve horas de Alba, aferrada a la fe y las 19 de “los cinco”, abrazados a la buena leche de un tobo, porque el milagro ya estaba en marcha.

Redacción/Edición: PabVen/

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