Mientras  Delcy Rodríguez tosía con insistencia ante las cámaras y el ministro de Educación Aristóbulo Istúriz mostraba la inutilidad de una mascarilla que no cubre la nariz, The Economist, redactaba en un lapidario editorial donde sentenciaba que a Maduro se le agotó el oxígeno que le suministraba la pandemia.

Según el prestigioso semanario británico, la llegada del coronavirus representaba para muchos, una bocanada de aire; pero no fue así. La presión internacional sigue a la orden del día, o más que nunca, luego de los últimos pasos de Estados Unidos.

Aunque Washington ofreció retirar las sanciones y una salida decorosa del chavismo con elecciones libres y transparentes, la dictadura no aceptó.  

Según el duro editorial, el dictador se resiste en el poder hasta las últimas consecuencias y como efecto, “La situación de Venezuela es terrorífica” y empeorará por los efectos del COVID-19, ya que los hospitales no están preparados para soportar una gran masa de infectados.

Como prueba, el semanario cita el Índice de Seguridad Sanitaria Mundial, según el cual Venezuela ocupa el puesto 176 entre 195 países en cuanto a la preparación para una epidemia.

La mitad de sus 306 hospitales públicos no tienen máscaras faciales, pruebas diagnósticas y  seguimiento de los contactos,  por lo que “la enfermedad se extenderá.

Para el medio inglés, la escasez de combustibles es otro de los graves problemas que sufren los venezolanos. El régimen entregó el control de la distribución de gasolina al Ejército, pero la cúpula militar aprovecha la situación para comercializarlo en el mercado negro, al igual que los alimentos.

A la tormenta perfecta del chavismo se suma una inflación se cuenta por millones;  la caída de los precios mundiales del petróleo y de las remesas¸ además del estancamiento en la venta de oro y narcóticos.

Como colofón, Venezuela tiene menos margen que otros países latinoamericanos para pedir prestado y suavizar los efectos de la crisis; la corrupción está a la vista de todos y , según la teoría de las probabilidades, la amenaza del COVID-19 sólo puede crecer, ante un dictador que tampoco cuenta con respiración asistida.

Redacción PabVen/Fuente: The Economist/Foto: VTV