Capriles tiene todo el derecho de conducir a sus lovers a las urnas parlamentarias, pero tendrá que asumir el costo de haber implosionado la utopía de un pacto unitario para sacar a Maduro del poder.

También vale que su determinación lo tiene solo rodando por Venezuela y ante un mundo, que después de la decisión, cada vez comprende menos a los venezolanos.

El Gobierno español cree que por el momento no existen condiciones para celebrar las elecciones legislativas del 6 de diciembre.

El Ejecutivo español considera que dinamitar la estrategia del líder opositor Juan Guaidó es un elemento que debe analizarse con lupa. Mantiene que las elecciones del 6D no deberían realizarse en las actuales circunstancias.

La Unión Europea no confía en la transparencia de las elecciones y Capriles las empuja. Plantea a una postergación que permita la presencia de los observadores, como una garantía para una votación pulcra, si es que tal perogrullo existe.

En su camino solitario, el opositor venezolano se aventura a mirar a través de la “rendijita” que le permitirá presionar en el terreno político a Maduro, a contracorriente del grueso opositor que no avala el fraude.

Para consuelo de Capriles, el portavoz norteamericano insiste en una salida sustentada en el apoyo a Guaidó que acoge otras propuestas porque “la vida cambia. No es lo mismo el discurso de hace una semana a lo que está pasando hoy».

Quizás lo más contradictorio del camino solitario y culebrero de Henrique Capriles es la postura radical de Primero Justicia, de no acudir a las elecciones. Se trata de su familia, la que insistió en hacerlo presidente en dos oportunidades.

Las leyes venezolanas de la Física determinan que golpear a los tuyos conduce a la ruina.

Pero el cisma de la organización partidista y el capital electoral son solo parte de un bastimento de consecuencias para lo que queda de un trayecto. Una calle ciega que tiene a Henrique Capriles “dispuesto a asumir el riesgo”.

Redacción/Edición:PabVen/Con información y foto referencial: La Opinión