Con el premio Gordo Navideño de Maduro o la amenaza de hambre y despido de Cabello como ofertas electorales, los pronósticos vaticinan un vasto desierto dominical, ante la apatía de 16 millones de venezolanos que posiblemente se quedarán en casa.

Como resultado pragmático, el chavismo controlará una nueva Asamblea Nacional a la medida, gracias a las elecciones más cuestionadas en 60 años de Historia.

La dictadura chavista carece de respaldo internacional para el proceso electoral.

Gran parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos y la Unión Europea (UE) a la cabeza, consideran “fraudulentos” los comicios convocados por el régimen.

Pero al gobierno le importa un bledo el reconocimiento internacional de las elecciones e incluso lo desafía, tras el reiterado escudo de la amenaza imperialista y el principio de la no injerencia.

El broche de oro que perfecciona el boceto del mamotreto electoral es la designación a dedo los observadores internacionales, encabezados por el ecuatoriano Rafael Correa, Evo Morales, Piedad Córdoba y hasta un experto electoral en transparencia provisto por Irán.

El meollo de una farsa

• Abstención estimada en 80%
• Desconocimiento internacional anticipado
• Intervención de los principales partidos de la oposición
• Anulación de los protocolos de bioseguridad.
• Electores bajo amenaza
• Más cargos para minorías chavistas
• Partidos opositores con directivas impuestas por el madurismo
• Sancionados por corrupción como  Cabello, Maduro hijo, Jorge Rodríguez y Cilia Flores, a la cabeza de los candidatos
• Participación de Javier Bertucci y varios diputados señalados por supuestos sobornos.
• Ruptura de la izquierda tradicional con el régimen  
• 96% de la población en la pobreza
• Eliminación del voto secreto para las comunidades indígenas
• Violación reiterada de los DDHH

Redacción/Edición: PabVen/Con información de  EFE y AFP