Tierra arrasada, proféticas palabras del Caudillo de Sabaneta que se hacen realidad en el parque nacional venezolano Morrocoy, una de las más importantes reservas mundiales de la biodiversidad marina.  

Bajo el postulado marxista de acabar con todo para alcanzar la felicidad, el comunismo tropical venezolano tiende un pastoso manto negro de petróleo sobre las costas del estado Falcón, producto de la incompetencia en el manejo de la industria petrolera.

Y mientras el mundo reacciona con pavor ante las 1.000 toneladas de crudo derramado por un barco encallado en la isla de San Mauricio, en Venezuela, un supuesto maná desde la refinería El Palito recorre 80 kilómetros de playas hasta desembocar en el Parque.

Se estima que el desastre de Morrocoy duplica la tragedia ecológica de San Mauricio.

Al igual que la pandemia, la opacidad oficial matiza la magnitud de un nuevo desastre socialista que se inició  el 22 de julio, según los registros satelitales.

A falta del chino que se perdió en el espacio, el oficialismo discrepa de los satélites que hacen sospechar que el petróleo fluía desde la bahía donde se encuentra la refinería El Palito, pero no se contuvo a tiempo. Los medios oficialistas apuestan por el infortunado accidente de un barco.

El Palito, perteneciente a PDVSA, ha sido protagonista en los últimos años por un indetenible bajón productivo y problemas de mantenimiento.

Según los expertos, los derramamientos se contienen de inmediato porque el petróleo se extiende muy deprisa. Normalmente se hacen simulacros, pero la empresa más nunca los hizo.

Para el investigador marino Eduardo Klein, la fuga de petróleo en Venezuela no atrae a los medios mundiales, a pesar que el litoral afectado por el derrame es el hogar de un rico ecosistema natural y un punto atractivo para el turismo.

Y tiene razón, estamos más pendientes de Directv, la falta de gasolina, el testaferro Saab, el supermercado iraní, la abstención electoral y, de paso, la pandemia.

Redacción/Edición:PabVen/Con información de BBC/Fotos;