La xenofobia como institución

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No me llames extranjero, mírame bien a los ojos
Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo
Y verás que soy un hombre
No puedo ser extranjero

Rafael Amor

La xenofobia, ese condenable rechazo al extranjero o inmigrante basado en la exageración de la protección de una nación, anda por el mundo de la mano con el racismo y muy cerca de nosotros.

Porque si bien la detestable costumbre que raya en el delito es una herencia del instinto de protección y sobreviviencia de los primeros grupos que poblaron la tierra, es inadmisible que persista en el siglo XXI, como un reflejo de una institución.

La polémica alacaldesa de Bogotá, Claudia López, dio otro paso atrás en torno de la tolerancia de los migrantes venezolanos en su país y exteriorizó que está obstinada de tan incómodos vecinos, hasta hacerlerle cuadritos la vida a sus ciudadanos.

Enarbolar el pabellón xenofóbico se ha convertido en una reiterativa política de lanzar consignas, seguidas por la oferta de disculpas luego del daño asestado a la comunidad migrante.

A pesar de su portafolios progresista, la dama bogotana empareja en su discurso el crimen en la capital con la migración, e incluso desata las críticas de sus aliados políticos.

Sus más recientes palabras produjeron un reverberante eco entre los muros de la embajada de Venezuela en Colombia y en la comunidad migrante, quienes condenaron a coro las desafortunadas declaraciones.

Todo comenzó durante una entrevista con el programa Blu Radio, donde la alcaldesa indicó que en la ciudad de Bogotá hay más impunidad, debido a que no pueden identificar a los migrantes por no poseer documentos y usó la definición popular de la obstinación: “Nos están haciendo la vida de cuadritos”.

Lo cierto es que ese discurso, que tradicionalmente ha generado conflictos, algunos de ellos de carácter planetario, lejos de dañar a los delincuentes, le hace daño a los migrantes que salen a trabajar todos los días en busca de sustento para sus familias o a las madre que huyen de una tragedia social, económica y política.

Probablemente las raíces de la xenofobia se arraigaron durante la organización de los primeros grupos humanos con sus inevitables enfrentamientos y probables exterminios entre tribus vecinas.

Pero eso pertenece a la antropología, porque el sentimiento xenófobo como una prevención frente al extranjero constituye un rasgo evolutivo arcaico, pasado de moda.

La verdad demostrada y actualizada estadísticamente, es que las sociedades amplias y permeables y el trasvase de información entre estas sociedades, concluyen que al extranjero hay que verlo como un portador de conocimiento.

Redacción: PabVen/con información:800Noticias

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