Un contingente de militar ruso aterrizó el 9 de octubre en la ciudad fronteriza venezolana de Santa Elena y vistieron uniformes del ejército venezolano, como reacción ante los recientes ejercicios de guerra brasileños en la tensa zona.

Desde entonces, la alianza militar ruso venezolana realiza ejercicios militares, entre ellos disparos contra los cerros, según el testimonio de pobladores que temen por algo peor.

Junto a los rusos se ejercitan funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), ante la posibilidad de una invasión militar por la frontera.

La movilización de los aliados es la respuesta a una operación militar brasileña que visualizó un escenario de guerra entre dos países imaginarios, en el cual uno invade y otro expulsa al violador.

Durante los “juegos de guerra” la potencia sureña realizó maniobras sin precedentes mediante la inversión de un millón de dólares, mientras que los aliados reaccionaron con el despiegue presencial de sus efectivos.

La Operación Amazonas de Brasil incluyó el lanzamiento de cohetes con alcance de hasta 80 kilómetros, gracias a los nuevos lanzacohetes múltiples Astros Mk6 «hechos en casa» considerados como el arma disuasiva más poderosa ensayada por los brasileños en la zona.

El operativo desplegó 3.500 hombres en vehículos militares, aeronaves y balsas, además de piezas de artillería, sistema de lanzamiento de cohetes Astros, cañones, ametralladoras, obuses y morteros 60, 81 y 120 mm.

Los militares venezolanos afirman que los brasileños violaron la soberanía de Venezuela, lo que indujo a reforzar la defensa con la ayuda rusa.

Justifican que el trasfondo de la alianza militar ante Brasil es consecuencia de la visita del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, al estado de Roraima.

Para los uniformados la presencia militar extranjera tuvo como objetivo derrocar a Nicolás Maduro, motivo del auxilio especial de la Federación Rusa.

Redacción/Edición: PabVen/ Con información y Foto: Infobae